De Hollywood a La Cancha: la ruta de la piratería

De un tiempo a esta parte, Bolivia se ha convertido en una auténtica potencia latinoamericana en materia de piratería de cine. Puede que sea motivo de vergüenza y preocupación para algunos o que despierte un extravagante orgullo en otros, pero lo cierto es que es un dato que no puede pasarse por alto.

Aunque no hay cifras oficiales al respecto, el distribuidor de cine Marcelo Cordero estima que Bolivia es, junto con Perú y México, uno de los tres países latinoamericanos con mayores índices de circulación, reproducción, distribución, venta y exhibición ilegales de cine. Sus indagaciones le han demostrado que, teniendo en cuenta el tamaño de su economía y su población, la cantidad de dinero y de personas que mueve esta cadena de actividades ilícitas en Bolivia es proporcionalmente superior a la de otros países.

La magnitud social, económica y cultural de este fenómeno está asociada a las particularidades de la principal ruta de circulación ilegal de películas que atraviesa Bolivia.

HOLLYWOOD

En el año 2009, a poco de su estreno, la película X-Men Origins: Wolverine (2009) fue filtrada en internet, provocando gran malestar en la industria cinematográfica y un afiebrado carnaval en la comunidad global de piratas de cine. No fue la primera filtración de esta naturaleza ni mucho menos, pero sí una de las que más impacto tuvo sobre el mundo del séptimo arte, por tratarse de uno de los lanzamientos cinematográficos más caros y esperados de aquel año y porque acabó destapando una conducta que, con los años, se ha vuelto una constante: las filtraciones son realizadas por empleados de estudios de Hollywood. La piratería de cine tiene origen en las propias entrañas de la industria más poderosa del cine mundial, tal como lo confirmó un reciente informe de la página web especializada TorrentFreak. Y si cuenta con la complicidad de los mismos empleados de los estudios, es porque el comercio ilegal de películas es una de las actividades ilícitas que más dinero mueve en el mundo. Se estima que la piratería -de cine y de otros productos culturales e informáticos- representa un 5 a 10 por ciento del comercio mundial, según datos del economista Moisés Naím.

La piratería en BoliviaAhora bien, el modus operandi descrito no es exclusivo a Hollywood, sino que se replica en prácticamente todos los polos productores de cine -comercial, independiente y otros- en el mundo. Así se entiende que, siguiendo con las cifras aportadas por Naím, existan alrededor de un millón de películas disponibles ilegalmente en internet.

DESAGUADERO

Con los filmes circulando ilegalmente la red, las condiciones para su descarga ya están dadas. Sin embargo, estas condiciones no son iguales ni irrestrictas para todos. Mientras en países del primer mundo pueden ser fácilmente bajadas por cualquier usuario, en Bolivia las deficiencias del servicio de internet (acceso y velocidad limitadas, alto costo) y el desconocimiento sobre las especificidades técnicas del proceso convierten la descarga de películas en un ejercicio más restrictivo.

Estas características, aunadas a la arraigada tradición informal del comercio local y transfronterizo, explican que en Bolivia la piratería de cine sea una actividad de masiva convocatoria social. Involucra a miles de personas y familias de todo el país. Como referencia, se sabe de la existencia de una Federación de Vendedores de Artículos Callejeros y DVD, que agremia a unas 2.500 personas, según datos de Marcelo Cordero. Este número, sin embargo, fácilmente podría triplicarse si se tiene en cuenta el ritmo vertiginoso con que se han multiplicado los comerciantes de copias ilegales de cintas, la mayor parte de ellos sin filiación alguna a colectivos gremiales.

Agremiados o no, lo cierto es que los piratas bolivianos de cine se dedican, en su gran mayoría, a la distribución y venta de copias y, en menor medida, a la descarga y producción de los masters (copias madre) de las cintas, en vista de las condiciones tecnológicas del país antes descritas.

Eso explica que el mercado pirata nacional dependa aún, en buena medida, del ingreso -vía contrabando- de los masters procedentes de otros países, el principal de ellos Perú. La fronteriza población de Desaguadero (La Paz) es la ruta de ingreso, de Perú a Bolivia, de los soportes que luego serán reproducidos ilimitadamente para su distribución al por mayor y su venta al consumidor.

Hasta principios de año, este poblado era también la principal ruta de ingreso de las miles de copias que eran comercializadas en el mercado local. Sin embargo, el abaratamiento de los discos de DVD y Blu-Ray en Bolivia ha alterado esta dinámica y ha convertido al país en una mejor plaza para la reproducción de las copias y la distribución a mayoristas.

Los piratas coinciden en que, salvo por productos concretos, ya no conviene ir hasta Desaguadero, habiendo ya en Bolivia las copias ilegales de mayor demanda y a un costo inferior que en Perú.

Así las cosas, Bolivia es, hoy por hoy, uno de los países con mayor capacidad de exportación ilegal de películas en DVD hacia países vecinos. Con discos en blanco que pueden venderse hasta en 1,10 bolivianos y copias de películas que, al por mayor, alcanzan apenas a 1,80 por unidad, se entiende la predilección de piratas de otros países -incluido Perú- por el circuito boliviano para abastecer sus respectivos mercados.

LA PAZ

El aumento de la demanda de copias piratas bolivianas ha generado las condiciones para la instalación de talleres cada vez más y mejor equipados para descargar cintas de la red y hacer copias piratas en cantidades casi industriales. Los comerciantes afirman que los principales talleres están en El Alto y La Paz. Unos los describen como iniciativas familiares, pero otros, como la directora de la Cinemateca Boliviana, Mela Márquez, se lanzan a calificarlos como pequeñas mafias.

Y es que, al menos a escala mundial, se sabe que este negocio “está vinculado en muchas ocasiones al crimen organizado” y tiene capacidad de financiar “otras actividades criminales”, tal como afirma el Observatorio Contra la Piratería de la Unesco.

Aun sin reunir las características de las mafias extranjeras, la piratería boliviana ya está siquiera organizada por una serie de clanes familiares que se disputan el control del acceso a las primeras copias de cintas para su posterior distribución.

COCHABAMBA

El abaratamiento de los insumos y de las tecnologías para el copiado y reproducción de las películas ha facilitado también la instalación de talleres en Cochabamba.

Aunque a la ciudad continúan llegando vendedores mayoristas procedentes de Desaguadero y La Paz, de a poco están ganando presencia los distribuidores locales, que se concentran en el sector de La Cancha, entre las calles Esteban Arze, Punata y Nataniel Aguirre.

También vienen ganando presencia, aunque en menor medida, las iniciativas especializadas en la descarga de internet de películas, siempre que haya condiciones para costear un servicio de internet de alta calidad.

De hecho, la Intendencia Municipal sospecha que en Cochabamba están operando algunos súbditos peruanos, expertos en la producción de piratería de productos audiovisuales, quienes estarían capacitando a piratas locales de cara al autoabastecimiento de material ilegal. De ser así, el mercado pirata de cine local estaría encaminado a alcanzar un estado de mayor autonomía en términos de producción y distribución de copias piratas. Como se ve, el escenario se abre a la generación de nuevas rutas de la piratería.// Opinión (BO)

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